Ubicada en Cordillera Real 305, en la tercera sección de Lomas, San Luis Potosí, encontramos este nuevo rincón gastronómico que, con apenas un mes de apertura, ya empieza a dar de qué hablar. Fuimos sin muchas expectativas, pero con curiosidad por conocer una propuesta más en la escena culinaria de la ciudad.
Aunque la arquitectura y la decoración no son especialmente elaboradas, no se puede decir que el lugar sea feo; más bien, diría que es sencillo, sin pretensiones. El servicio fue cortés, puntual y nada invasivo, lejos de ese tipo de atención que resulta forzada o agobiante.
Al recibir la carta, nos topamos con una variedad sorprendente ¡98 platos! No todos siguen los cánones más ortodoxos de la cocina italiana, como lo demuestra la presencia de una provoleta con chistorra o papas a la francesa, pero eso no le resta mérito. Encontramos pizzas napolitanas, pastas caseras, paninis, carnes, mariscos, ensaladas y, por supuesto, postres.
Para comenzar, pedimos una pizza mitad pepperoni y mitad frutti di mare, con la intención de probar dos sabores de la casa, y qué grata sorpresa nos llevamos: el pepperoni era fresco, con la cantidad justa de grasa para impregnar el queso y aportar todo el sabor del embutido. Por su parte, los mariscos no estaban simplemente puestos sobre la masa; habían sido salteados previamente en sartén con aceite de oliva, ajo y perejil, lo que elevó el conjunto a otro nivel.
Después del acierto en la entrada, pasamos a los platos fuertes, que pudimos compartir, pues las porciones son generosas. La milanesa napolitana, una pechuga empanizada cubierta con salsa de tomate, estaba perfectamente sazonada y equilibrada en su acidez, gratinada con queso mozzarella. Venía acompañada de papas fritas con un toque de trufa... aunque confieso que me habría gustado encontrar trufa real, no solo su esencia.
Por mi parte, pedí el risotto con pecorino y trufa: arroz arbóreo con hongos portobello y shiitake -detalle ingenioso-, queso manchego, ajo, perejil, caldo de verduras, vino blanco, pecorino rallado y brotes de chícharo. Aunque el arroz quedó un poco corto de cocción para alcanzar el punto perfecto al dente, y de nuevo eché en cuenta la falta trufa en escamas o cubos, sin embargo, el sabor del platillo era delicioso.
También probamos la lasaña, que cumplió mis expectativas personales y los estándares de una receta fundamental en este tipo de cocina.
Para cerrar, los postres: una panacota con coulis de frutos rojos y un pequeño pay de limón con base de galleta desmoronada y una mousse de limón y queso en la parte superior, que resultó deliciosa.
La experiencia en Ostería Italiana fue simple pero sensacional. Me quedé con ganas de volver y seguir explorando el menú, que aún tiene mucho por ofrecer. De verdad, y como hace tiempo no lo decía con tanta seguridad: vayan y disfruten. Hagan reservación, les dejo el número: 444-825-6965.
Sin más, y con mucho gusto, les deseo: ¡buen provecho!
