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Opinión Retruécanos
EL MUNICIPIO Y LA CONQUISTA; MITOS Y MITOTES
15/08/21 | 10:19 | Por: Pedro Olvera Vázquez
No hace falta un gobierno perfecto, se necesita uno que sea práctico. Aristóteles
Más allá de los mitos y del debate actual que se ha desatado sobre el municipio con motivo de los 500 años de la caída de Tenochtitlán que algunos nos decían desde la niñez que fue conquista y ahora se cuestiona si fue auto conquista, existen factores innegables que incidieron en la formación de lo que hoy conocemos como México. Uno de ellos, de mi personal interés desde hace algunos años, lo es la figura del Municipio, que a su vez se encuentra coaligado con otros como la pugna entre las culturas indígenas de aquellos entonces, frente a la subyugante dominación de los Mexicas; la superstición; las enfermedades españolas importada hacia nuestras tierras, la dominación religiosa; la ilegalidad en la incursión de Cortés y su gente aunada a la persecución de que eran objeto por agentes de la corona española, solo por mencionar algunos de los más importantes.

Pues bien, por lo regular se piensa que el municipio español fue también importado de un modelo que funcionaba en España. Ese es otro mito formidable, la verdad es que aún antes de los 800 años de ocupación árabe de la Península Ibérica, el Municipio Romano que había tomado carta de naturalización desde los primeros siglos en Europa y otros territorios del imperio, llega más tarde a tierras de Hispania y aproximadamente en el siglo IX, específicamente en la comunidad de Aldea se asienta el primero que, según vestigios en placas de bronce con fragmentos de las Leyes Flavia Salpensana, Fluvia Malacitana y Genitiva Julia, que contenían ordenanzas municipales, formalmente, es el reconocido como originario. El modelo de municipium romano rindió buenos frutos hasta que el centralismo del propio Imperio Romano que llevó a su decadencia lo arrastró en el mismo destino; sin más preámbulo, sucedió cosa similar con el desorden creado por el centralismo de la corona Española. El Municipio Español, para los años en que Cortés hacía sus pininos, era ya una institución olvidada o muy desgastada y desacreditada por los abusos de los funcionarios, la falta de planeación y el saqueo de bienes de la hacienda a veces por el solo mandato de algún noble de las cortes españolas; los cargos concejiles y alcaldías se trataban como títulos nobiliarios y se vendían; se heredaban y se negociaban como inversiones que permitieran mayor enriquecimiento y poder. De tal suerte que para aquellos años subsistían algunos, pero la misma corona ignoraba cuántos y cuáles funcionaban y en que alcances. No obstante, y aquí habrá que reconocer a Cortés una intuición jurídico política, al llegar a tierras americanas el municipio vuelve a florecer. En efecto, al arribar a costas de Veracruz la flota capitaneada por Hernán Cortés, un jueves 18 de abril, se diseña el desembarco para el día siguiente, Viernes Santo, justo a las tres de la Tarde, en las playas de Chalchihuecan según lo relata Bernal Díaz del Castillo; ahí mismo se instituye el primer Ayuntamiento, habiéndose nombrado a Cortés como Alcalde Mayor y sus hombres cercanos en diferentes cargos.

El acto de poder político fundacional era de corte colonizador y luego lo fue homogeneizador y organizador. También vendrían el municipio de Coyoacán, el de Puebla y muchos otros, empezando a diseminarse esta institución en dos vertientes: el Municipio Español y el Municipio Indiano para las zonas menos urbanizadas. Ambos, -debe decirse- se consolidaron tomando de la organización y modelo del Calpulli que encontraron en nuestras culturas prehispánicas; de ahí se incorporaron instituciones tan nobles y útiles como los pósitos y las alhóndigas que desde nuestros ancestros aportaban un paliativo a las condiciones de abuso que sobrevendrían con la dominación. Ahora, se hace necesario acabar con el mito de la libertad municipal que tanta falta hace para fortalecer a nuestra democracia y proveer de justicia y servicios dignos a la población urbana; urge darle dientes para proteger verdaderamente a los indígenas, mujeres, ancianos y pobres. De lo contario correremos la misma suerte que con las decadencias Romanas y Españolas. Dejemos el mito y el mitote y hagamos la nueva reforma municipalista.
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