La forma en política es fondo, decía Reyes Heroles, el de a de veras, no los hijos, y en el tema de la Consulta Popular, que, por primera vez se estrenará en nuestro país, ni las formas de publicidad, ni la forma en que fue aprobada por la Corte y recibida por las fuerzas políticas, parecen contundentes, ni categóricas ni definitorias; antes bien se observan tibias y renegadas, con mala cara. Así las cosas, se corre el riesgo de que no solo la falta de información, sino la desinformación deliberadamente instrumentada en redes y por comentaristas en medios, arroje al bote de los desperdicios la primera gran oportunidad que tenemos los mexicanos de manifestarnos e inconformarnos con libertad y legalidad plenas y conjuntas en un tema de vital importancia para acabar con la impunidad.
Se ha dicho, así lo han filtrado mezquinamente, que las leyes no se votan, que bastaría con poner una denuncia para que se procediera en contra de quienes sospechamos enriquecieron a costa de nuestros dineros, malversaron nuestros bienes, apoyaron al crimen organizado, hicieron negocios, corrompieron a diestra y siniestra, etc. Yo le pregunto ¿Cree usted que una denuncia de cualquier particular o incluso de algún grupo o colectivo más o menos importante, sería suficiente para que se abriera una auténtica investigación en contra de cuales quiera de esos importantes “actores políticos del pasado”? Incluso contando con la asesoría de los mejores abogados de este u otro país sabemos qué hace falta algo más que eso. Falta una voluntad fortalecida y genuina…claro está: la voluntad del pueblo formalizada en un instrumento legal y político que no admita truculencias burocráticas que oculten las verdades. Quizá el tema menos importante de fondo no sea el castigar, aunque desde luego sería lo óptimo. Ya vemos como países centroamericanos han tenido los arrestos democráticos para encarcelar expresidentes, lo que nos ubica en un retraso indignante y vergonzoso, pero el solo saber la verdad y reconocer a los responsables de mero arriba y de en medio, no solo los de hasta abajo, deberá motivar un cambio de mentalidad colectiva y permitirá resarcir daños y compensar víctimas. ¿No es eso suficientemente importante?
En días pasados The Economist, expresó que “la enredada pregunta que se hará a los mexicanos en la consulta para supuestamente enjuiciar a expresidentes bien pudo haber sido elaborada por Cantinflas. Sin decirlo The Economist fustiga a López Obrador, pero olvida que la redacción de tal pregunta fue confiada por Ley -candado de la reforma Peñanietista- a la Suprema Corte de Justicia como una forma de controlar a lo que viniese en contra (no fuera a ser y sí fue). El diseño de la pregunta representa un kilométrico eufemismo ciertamente cantinflesco como apunta la revista en mención, aunque en una traducción al cristiano puro y honesto significa algo así como: ¿Quiere usted que lo sigan chingando per seculae seculorum? ¿Le gusta la mala vida? ¿Está contento con que se sigan burlando abiertamente de usted como en el pasado? ¿Está conforme con que solamente una minoría más pequeña del uno por ciento de los mexicanos tengan una vida digna y cómoda? ¿Prefiere que no se vote en la consulta para que ya nunca se investigue quien gastó miles de millones de dólares para investigar a los adversarios políticos?
Si a cualquiera de estas preguntas usted se ha respondido que sí, NO VOTE POR EL SÍ en la consulta. Las ganas de que se desenmas care a los que tanto mal han hecho nos las tendremos que aguantar, al igual que tendrán que hacerlo nuestros hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Los ricotes se harán menos pero más ricos, los jodidos deberán buscar otro calificativo paupérrimo y crecerán exponencial mente en número con el único control que significan el hambre y las enfermedades…o tal vez, solo tal vez, se inicien luchas internas y fratricidas, revoluciones, en fin, ya ve como soy de fatalista.