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Opinión Retruécanos
¿ENTENDER LA REVOCACIÓN O REVOCAR MAL ENTENDIDOS?
07/11/21 | 10:06 | Por: Pedro Olvera Vázquez
La democracia participativa directa es la forma más auténtica y pura que se conoce para que un estado se desarrolle con mayor y mejor conformidad, con credibilidad y aceptación a los mandatos soberanos de la población...
se trata de mecanismos plebiscitarios con los cuales se recoge en forma directa del elector ciudadano, su parecer respecto de decisiones (plebiscito simple digamos) , leyes o normas(referéndum) o continuidad o término anticipado del ejercicio de un cargo público(revocación de mandato).

Los países más desarrollados cuentan con estos o cuando menos alguno de los mecanismos que menciono. En México apenas hace poco se celebró la primera Consulta Popular que convocó a medias y más a fuerza que de ganas a los mexicanos para contestar una pregunta manoseada y disfrazada a mas no poder por el contubernio del Instituto Nacional Electoral y el Poder Judicial de la Federación a través de su máximo órgano de Gobierno que es la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Contrariamente a lo que mucha gente piensa, esta ley de Consulta Popular fue propuesta y votada entusiastamente por el presidente Peña Nieto y por lo partidos políticos desde hace más de siete años, aunque posteriormente la Consulta fuese estigmatizada y tachada de una ocurrencia del presidente López Obrador. Todos sabemos que casi no se difundió entre la población y por el contrario se descalificó casi urgiendo a la población a abstenerse de acudir a las escasísimas urnas que el INE distribuyó donde menos se vieran, con un resultado que sin embargo habla de una importante respuesta de los mexicanos pese al contexto y entorno adverso de medios y de la opinión publicada.

La figura de Revocación de Mandato si es una propuesta de Ley de la presente administración que también ha generado ataques por la vía de la desinformación. La única causa que al parecer explica esta reacción de la reacción es el temor fundado de que, con ese ejercicio, la popularidad del presidente crezca aún más de lo que se ha consolidado pese a los ataques diarios en la enorme mayoría de los medios de comunicación dolidos por la disminución de privilegios y paquetes publicitarios que vendías a placer sin justificación alguna, aunque los beneficios económicos solo alcanzaran para los dueños y uno que otro “comunicador. Uno de los mitos que intentan enderezarse en torno a este mecanismo democrático de la Revocación de Mandato, que busca quitar a quienes no satisfagan al electorado y un ejercicio de dar marcha atrás a su propia y soberana decisión cuando el elegido no cumpla con las expectativas, es la forma en que la pregunta habrá de realizarse. Acabo de escucharlo en la Radio de más escuchas en la república en un programa con los inefables Loret de Mola y el tal Chumel con otros bocazas: “se trata de una pregunta retorcida y con jiribilla”.

Veamos: ¿la pregunta más o menos cuestiona “desea usted que el presidente fulano (al que le toque) se le revoque el mandato por perdida de confianza?” Pues este retorcido criterio se enfoca a que la pérdida e la confianza no abarca el desempeño o faltas u omisiones que el presidente pueda tener, esto es que, según los sabiondos aludidos, la pregunta debería contener una evaluación del desempeño. Por mi parte le diré que en Ecuador se cuenta con Revocación de Mandato desde hace más de 20 años, pero hasta hace muy poco no se ha instrumentado tal ejercicio pues la Ley de Revocación en ese país establece el requisito de que el órgano electoral califique previamente si las solicitudes son frívolas, superficiales, improcedentes a su superior criterio. Con ello han castrado la esencia de la propia figura de revocación de mandato que promueve la participación directa de electores diversos y universales con niveles variados de estudio y con diferentes pareceres a los que sería imposible diseñarles y hacer que contestaran un cuestionario de evaluación. Lo único viable y verdadero es preguntar si de la evaluación y parecer personal de todos y cada uno de los electores comparecientes a la urna, se ha perdido o no la confianza en alguien. Lo demás sería hacernos como el tío Lolo…
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