Si bien es cierto que el agua es esencial para nuestro organismo, la idea de que todos necesitamos exactamente la misma cantidad para funcionar correctamente es una simplificación excesiva.
En condiciones normales, escuchar a nuestro cuerpo y beber cuando sentimos sed suele ser suficiente para mantenernos hidratados.
La creencia de que debemos ingerir dos litros de agua al día para mantener una salud óptima se ha arraigado profundamente en nuestra sociedad. Esta recomendación, que equivale a unos ocho vasos de agua, ha sido promocionada incansablemente en campañas de salud pública y difundida por profesionales de la salud. Sin embargo, a pesar de su amplia aceptación, las bases científicas que sustentan esta afirmación son sorprendentemente débiles e, incluso, inexistentes