Imagina tu vida como una película. Cada día es una secuencia continua de escenas, desde levantarte por la mañana hasta irte a dormir por la noche. Pero al igual que en una película, no experimentamos nuestro día como una secuencia ininterrumpida de eventos.
Nuestro cerebro tiene una habilidad increíble para dividir nuestras vivencias en “escenas” o segmentos, permitiéndonos navegar por nuestro mundo de manera eficiente y recordarlo de forma coherente.
Este fenómeno, conocido como “segmentación de eventos”, ha sido estudiado por décadas, y recientes avances en neurociencia ayudan a entender cómo y por qué el cerebro lo hace. Un estudio reciente, publicado en la revista Current Biology, arroja nueva luz sobre este proceso y sugiere que tenemos más control sobre la manera en que dividimos nuestras experiencias de lo que podríamos haber imaginado.
EL CEREBRO COMO EDITOR DE ESCENAS
Nuestros días están llenos de transiciones. Entramos y salimos de habitaciones, comenzamos y terminamos conversaciones, y nos desplazamos de un lugar a otro.
Tradicionalmente, los científicos han pensado que estas transiciones físicas o cambios en el entorno son lo que lleva a nuestro cerebro a crear nuevos “límites” entre los eventos. Por ejemplo, cuando salimos del trabajo y entramos a un restaurante, nuestro cerebro marca un límite, dividiendo estos momentos en escenas separadas.
Sin embargo, según el estudio dirigido por Christopher Baldassano, profesor de Psicología en la Universidad de Columbia, hay algo más en juego. Su investigación sugiere que los límites entre nuestras experiencias no dependen solo de cambios externos, sino que están moldeados por nuestras metas y expectativas internas.
En otras palabras, nuestro cerebro actúa como un editor de películas, decidiendo qué partes de nuestra vida diaria se convierten en escenas, basándose no solo en lo que sucede a nuestro alrededor, sino también en lo que nos importa o en lo que estamos enfocados.
LA FLEXIBILIDAD DEL CEREBRO HUMANO
El cerebro es increíblemente flexible, y eso nos permite manejar la abrumadora cantidad de información que recibimos en el día. Sin esta capacidad de segmentar eventos, nuestras vidas serían un flujo interminable y caótico de estímulos.
La segmentación nos permite dar sentido a nuestra experiencia, creando bloques de información manejables que podemos almacenar y recuperar cuando sea necesario. Este proceso es crucial para una vida cotidiana eficiente, pero también puede ser problemático en ciertas condiciones neurológicas. Trastornos como el síndrome de estrés postraumático o la demencia pueden afectar la capacidad de las personas para segmentar eventos de manera efectiva.