La decisión de un adolescente para usar vapeador se ve influenciada no solo por su entorno, sino también por su estado de desarrollo, particularmente el de la corteza prefrontal (que es una parte del cerebro que se encarga de la toma de decisiones y que alcanza su pleno desarrollo hasta los 25 años). Por ello, niños y adolescentes son blanco fácil de una mercadotecnia primordialmente basada en combinaciones de colores llamativos y diseños divertidos, ya que los vapeadores pueden simular ser una USB, plumas e incluso dispositivos que incluyen video y juegos miniatura que son mostrados por influencers en todo tipo de redes sociales, invitando a experimentar sus diferentes sabores.
Esta mercadotecnia en conjunto con el crecimiento desmedido de la industria de vapeadores ha generado mayor accesibilidad a su compra, al tener mayor número de distribuidores tanto en establecimientos como tiendas en línea, e incluso, máquinas expendedoras que se proponen en redes sociales con un negocio rentable y podemos encontrarlas a tan solo unos metros de las escuelas. A causa de ello, el número de usuarios de vapeadores y cigarrillos electrónicos alcanzó los dos millones en 2023 y el número de niños que experimentan con vapeadores aumentó del 7.7% en 2022 al 11.6% en 2023.
En México, los primeros pasos para detener este consumo, ha sido la publicación del decreto que prohibió la importación de vapeadores, y posteriormente también se decretó la prohibición, circulación y comercialización de vapeadores en todo el país (31/04/22). Sin embargo, en octubre del mismo año, se dictaminó que estas prohibiciones eran contrarias a la constitución. Hecho que ha dado paso a que el resto del comercio del vapeo siga operando bajo este “amparo”. No obstante, el pasado 13 de agosto del presente año se aprobó en comisiones, la prohibición, producción, distribución, comercialización y enajenación de cigarrillos electrónicos, vapeadores y demás sistemas o dispositivos electrónicos análogos que señale la ley, desde la modificación del artículo 4° constitucional.
Alterno a ello, estos esfuerzos por establecer regulaciones, ha generado el levantamiento de movimientos pro vapeo, con el argumento de que hay un grupo muy específico de la población con adicción al tabaco, que tiene derecho a otras alternativas de consumir nicotina para dejar de fumar cigarrillo convencional. El mensaje de estos movimientos se ve desvirtuado por conflictos de interés, al tener relaciones con la comercialización de vapeadores. Además, habría que considerar que, en todo caso, la recomendación del uso de vapeador en esta población específica debiera ser bajo prescripción con seguimiento médico y con un dispositivo que cuente con certificaciones para su uso seguro.
Ante este debate, una verdad innegable es que inhalar sustancias (sea o no nicotina), en cualquiera de sus formas (humo o vapor), es dañino para los pulmones y la salud en general, primordialmente en población vulnerable, considerando también el gran impacto ambiental ocasionado por los desechos de vapeadores y sus baterías.
Hacemos un llamado a la sociedad para ejercer nuestro derecho a la salud respiratoria y proteger la infancia y adolescencia del uso de estos dispositivos, informándolos sobre los daños y realizando denuncias sanitarias ante la COEPRIS de máquinas o establecimientos que comercialicen vapeadores.