Pero históricos. La pandemia actual está lejos de ser la más grande de la historia de la humanidad. La peste negra mató alrededor de 200 millones de humanos y la influenza de principios del siglo pasado entre 50 y 100 millones. La Covid-19 en seis meses apenas lleva medio millón, pero es la primera que pasa en vivo y en directo por las redes sociales que unen a todo el mundo. Nos metió a la casa, pero teníamos la computadora y de pronto supimos de la importancia del internet como instrumento académico, de educación, de interacción social, de amor a lo lejos, de información y de noticias falsas. Pero no todos, la mitad del país no cuenta con acceso a internet o a computadora.
En la casa enfermos por el virus, por el miedo, por el cansancio, por la violencia doméstica, por lo que quieran. En casa y enfermos. Pero no todos. La mitad de la fuerza trabajadora de México es informal y no puede darse el lujo de quedarse escondido por un bicho. Muerto por el virus o muerto por el hambre, qué importa si ya muchos estaban muertos por desilusión o tristeza. Ascender por la escalera de la economía de este país es canijo. Los peldaños no alcanzan.
En la casa estudiando y en la casa enseñando. Por WhatsApp o por alguna de las múltiples plataformas. El chiste está en que enseñarle a mis alumnos cuando el curso precisamente se llamaba “vulnerabilidad”, hasta parecía un chiste. Todos los temas, pobreza, violencia, educación, salud, agua, desarrollo, progreso social, felicidad, todos los temas los estaban viviendo en carne propia o de forma directa en sus grupos o en las noticias. ¿Qué pude enseñarles de teoría cuando la práctica en el diario vivir los hizo doctos en el tema?
Ahora empiezo otro curso y se llama “Escenarios Complejos” y, bueno, la risa me gana cada vez que planteo cómo darlo con temas que le permitan al estudiante aprender. Porque si algo he aprendido en más de mis 30 años de profesor es que si el estudiante no se asombra no aprende. El profesor tiene que ser y parecer un experto, pero además no hay manera de evitar la congruencia. Al profesor se le tiene que admirar. Es como una relación sentimental que transcurre por un espacio de tiempo muy corto. Una relación donde al profesor le toca ser empático, solidario, comprensible y ya lo dije, experto. Pero con todos los alumnos. Un profesor que da preferencia ya valió, es un profesor que divide, que polariza, ¿Les suena algo? Si así es, el profesor tiene que ser ejemplo, aunque millones hayan votado por él.
¿Profesor por qué López Obrador no usa cubrebocas? ¿Por qué Gatell no lo regaña? ¿Por qué Usted si escribe no dice nada? Efectivamente, mis estudiantes tienen razón y el Sr. Presidente con todos y sus millones de votos, se está equivocando terriblemente. Ser líder es dar ejemplo. No se es líder por la decisión del pueblo. El liderazgo dirige y plantea la unión de todos. Hoy, nuestro Presidente está fallando y falla en algo que podría estar salvando vidas, el uso del cubrebocas. Hoy él tendría que ser el primero en usarlo y recomendar su uso. Sobre todo en un país que él bien sabe no puede pedirle meterse a su casa.
Entonces de eso se tratará mi curso de “Escenarios Complejos”, de liderazgos. Fácil, hablar de liderazgos. Por ejemplo, de cómo el único lugar donde el éxito antecede al trabajo es en el diccionario, o de que el renunciar al esfuerzo por primera vez es muy grave porque se puede hacer un hábito, o de que entre más te esfuerces por lograr algo, será más difícil darte por vencido. ¿Libro de autoayuda? Nada de eso, estas tres frases son de Vince Lombardi, coach de futbol americano profesional en los años 60, justo una época polarizada entre Vietnam y el movimiento de Martin Luther King. Una época de conflictos e incertidumbres. Por algo su equipo fue campeón, algo así necesitamos para el México de hoy.