...ese fue el penúltimo cambio de régimen político que realmente se ha verificado antes del año 2018 en el cual se dio inicio a un nuevo cambio de régimen político verdadero y no simulado en el discurso, en la mercadotecnia y en alguna que otra acción que ciertamente y con la mejor intención puso en práctica el Partido de la Revolución Mexicana encabezado por Lázaro Cárdenas; tal como la ejecución de la Reforma Agraria, que por sí sola no resultó suficiente como para cambiar el rumbo y menos aún para sacudir la correlación de fuerzas y otros temas, de manera que pudiese hablarse de un nuevo régimen en lo económico, político, jurídico e ideológico.
En efecto hoy, a partir del triunfo de López Obrador en las elecciones de 2018 podemos hablar de una auténtica intención de cambiar el régimen político del país. En primer lugar, el Sistema de Partidos alteró el estado en el que se encontraba, de una forma que además de inesperada fue mucho más allá de cualquier expectativa al proveer una victoria con un 53% de los votos a favor del actual presidente quién además sostiene aún una aprobación superior al 60% de los votos. En términos llanos, MORENA ganó en 2018, 31 Estados, 92% de los distritos electorales y el 80% de los municipios. Ninguno de sus contrincantes alcanzó a tener la mitad de los votos de AMLO. Hoy la tendencia a consolidar ese posicionamiento es evidente en algunos hechos muy simples que desde luego, si no quieren verse no se verán: uno de los 3 partidos de aquel triunvirato prevaleciente hasta 2018, prácticamente ha desaparecido en esa correlación de fuerzas, pues el PRD -Partido de la Revolución Democrática- cuenta con un número de miembros en el Congreso de la Unión, menor aún al que obtuvo en esa elecciones de 2018, que de suyo era casi insignificante, pues al tratarse de un partido de la izquierda desde la misma elección sufrió la emigración de tribus enteras e individuos hacia una alternativa más confiable e ideología más renovada; el fenómeno en ese partido siguió adelante en el trascurso de los 2 años y fracción de éste mandato presidencial y prácticamente han desaparecido del mapa de la República siendo San Luis Potosí uno de los ejemplos más inmediatos y fidedignos. Por lo que hace al Partido Revolucionario Institucional, aunque su circunstancia es menos triste que el de una franquicia a punto de perder el registro como la del sol azteca, la estrategia de una coalición con su peor enemigo histórico, además de confirmar su derechización, podría condenarlo a una supervivencia marginal con irreversible pérdida de la identidad. El que podría llegar a reorganizarse como segunda fuerza si logra rearticularse organizadamente, reencontrando valores que tuvo de origen en combinación con renovadas ideas menos polarizantes, esto es adaptándose a una nueva realidad global, es el Partido Acción Nacional. Como quiera que fuese, ya sea con la consolidación de un partido hegemónico, o bien con un bipartidismo que se antoja más viable que lo primero, éstas realidades representan un cambio verdadero de régimen.
No obstante de muchos rasgos que muestran el inicio de un cambio de régimen, no es posible confirmar cuando y hasta qué grado. Por lo pronto la ciudadanía debe entender que terminar con 100 años de un régimen que terminó siendo neoliberal a ultranza y en toda su injusticia, no es sencillo y representa una lucha que en este 2021 tendrá una de sus batallas más formidables contra la resistencia de quienes invierten su resto para inclinar la opinión publicada en su mayoría… pero que no tienen aún a la inmensa mayoría de la opinión pública.