Este llamado es bien intencionado y quizá oportuno, pero puede resultar ineficiente por no decir que hasta una tibieza, sobre todo considerando las temperaturas que se registran en cualquier elección y que en el proceso que se encuentra ya en marcha, amenazan rebasar los récords de calentamiento, habida cuenta de que en estas fechas aún no hay candidatos oficiales de ninguna fuerza política y que las elecciones internas apenas están por realizarse; a esto añádale que tales elecciones para designar candidatos no distribuyen entre cada partido el tamaño del conflicto, sino que lo exacerban al máximo al plantear nada menos que el sacrificio de militantes en cantidad importante en cada instituto, respecto de aspiraciones y simpatías afines a sus correligionarios, en aras de alianzas que les permitan dizque crecer y dizque ganar, pero que en algún análisis medianamente reposado, podrían significar exactamente lo contrario. Sobre todo, en casos como el PRI y el PRD, que mal que bien se habían construido sobre cimientos congruentes en lo ideológico e histórico y que además se encuentran, sobre todo en San Luis Potosí, en un momento de vulnerabilidad que exigiría más cohesión y claridad de miras y proyectos, no una simple y arrebatada persecución de votos y escaños que se quiere ver como una victoria que puede no serlo y menos una victoria propia. ¿Para qué conseguir curules que a luego resulten comprometidas o no tengan la significancia para apuntalarlos como Instituto creíble e influyente en la población? ¿A quien hacerle el juego y para qué? ¿Qué ganan en todo caso los partidos como tales frente al que se llevó la mejor tajada? ¿Cuántos de los ganadores? ¿permanecerán en el partido? ¿Quién podrá convocarlos y hacer valer estrategias y programas cuando la rebatinga de cada uno se desate en una confrontación de egos y sobre estimas? Muy ajena a voluntades colegiadas en un propósito, estas coaliciones y alianzas parecen mas producto de presiones internas incontroladas por los frágiles y cuestionados liderazgos cupulares, de un desbordamiento de protagonismos e imágenes que se alejan de un deseable, paciente y debidamente planificado proceso de reagrupación y reencuentro de programas y principios que si acaso permitirían alianzas con fuerzas menores y no tan ajenas ideológicamente, como las que llegaron a hacer con el Verde. Esa revoltura en la que se exponen sin ser los mas fuertes como estaban acostumbrados, comenzará a diluir en el electorado su propia identidad o lo que aún de ella puedan tener. En la percepción general tales alianzas significan en muchos la aceptación de ser mas chiquitos y eso puede resultar, salvo en algunos estados, la última paletada de tierra.
De retorno al llamado de la presidenta del Ceepac para no ir a mítines, el objetivo visualiza lo más importante en este momento, que es atenuar y controlar en lo posible el contagio al que seguimos cada vez más expuestos y que con campañas tradicionales del tipo matraquero, a las que sólo va gente por la repartición de utilitarios inútiles y baratijas; o bien despensas con gorgojos y galletas de animalitos nos pondría en la cresta de una segunda y hasta tercera oleada de contagios con sobreocupación hospitalaria.
No queremos entender y menos cuando la pasión política nos tiene sujetos. Los candidatos y quienes en ellos cifran sus proyectos se ciegan ante las realidades y crean mitos de incredulidad y exageración respecto de las medidas como la sana distancia, uso de cubre bocas y reuniones limitadas a poco público. El Consejo debería promover un acuerdo entre los partidos y autoridades de salud para reducir reuniones y aplicar sanciones. se ha visto ya que hay precandidatos que incluso trasladan a “sus públicos” de un lado a otro con egocéntrica desmesura que les exige escuchar gritos y aplausos. No es posible dejar al buen criterio la celebración de reuniones que por un lado se cacarean exagerándolas en un 500% y frente a la autoridad se minimizan hasta la santidad de unos cuantos. Un anuncio serio y conjunto que conlleve inspecciones y sanciones podrá combatir los dos virus: el Covid y el de la ambición política.