La UNESCO, que es la Agencia Intelectual de las Organización de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura fue creada al fin de la Segunda Guerra Mundial con la vista puesta en el futuro y la misión de crear o contribuir en la construcción de condiciones para que tengamos un mundo mejor. Surgió de una gran crisis creada por la mente humana pero en la convicción de que en igual forma debe ser la mente humana la constructora de remedios y previsiones para todas estas crisis. Sus instrumentos o vías son la cultura y la educación y es en ese afán de culturizar para salir de una crisis que ha lanzado a partir del 25 de junio del 2020 una campaña a la que invita a medios de comunicación, líderes de opinión y sociedad en general a compartir y participar en este proyecto que se denomina “La nueva normalidad” que fue generada formalmente por la Agencia parisina DDB (Worldwide Communications Group Inc.)
¿Le suena el nombrecito de “nueva normalidad”? Efectivamente es el mismo que utilizó el Presidente de la República desde el mes de mayo 2020 para referirse al mismo tema que el de esta campaña internacional tan seria. Solo que en su momento y en este país del surrealismo, muchos medios de comunicación reprobaron, descalificaron y hasta chotearon en sus inicios el concepto, quizá por el simple hecho de que lo haya publicitado un actor político tan polémico e importante de nuestro país. No obstante y como no había manera de sustraerse a la realidad de una nueva circunstancia global e insoslayable comenzaron a aclimatarse y el término de nueva normalidad… se normalizó. Curiosamente ya bien entrado el mes de julio, es momento en que pocos se han enterado de esta nueva campaña mundial en nuestro país.
¿En qué consiste tal proyecto de nueva normalidad? Se trata de un esfuerzo mayúsculo para hacernos reflexionar y aceptar convencidamente no sólo el término sino lo que éste representa y contiene. En efecto la UNESCO ha realizado ya estudios sobre las formas de adaptarnos en todos los niveles de enseñanza-aprendizaje, en diferentes formas de convivencia e interacción humana para el comercio, los procesos de producción, el deporte, la cultura, el transporte, la vida política. Y es que la crisis mundial de COVID-19 ha cuestionado en forma brutal nuestra forma de vida, el funcionamiento de nuestra convivencia y lo que antes era prioritario hoy ha dejado de serlo, incluso a pesar de necesidades económicas ingentes; nuestras costumbres y rutinas, algunas de las cuales no percibíamos como formas de relajamiento, nos han sido arrebatadas y hemos debido sustituirlas por actividades en el encierro; nuestra comunicación tan avanzada y consolidada a través del celular se ha mostrado en la realidad como algo insuficiente y nos ha develado incapacidades y carencias que yacían sepultadas debajo de escombros tecnológicos aparentemente superados, escombros que no permitían reconocer y poner atención a la enorme necesidad de una comunicación personal y más humana. Desde luego las crisis, como las que provoca la guerra, también nos han hecho mostrar facetas mejores y encomiables por la solidaridad y comprensión a la que la cruda realidad nos orilló. Mas el problema ahora es la reactivación masiva en lo económico con la consecuente movilidad en regreso súbito, que casi ningún Gobierno ha podido controlar, salvo, quizá, los asiáticos que siempre han denotado la disciplina que la conservación de sus tradiciones milenarias les han inculcado, los países nórdicos. En el caso de México no puede hablarse de tanta indisciplina sino del factor de desigualdad profunda y el bajo nivel de distribución económica. El abismo clasista no puede ser ignorado cuando se quiere juzgar desde la barrera la salida a laborar de los que no tienen de otra. Sin embargo la culturización en esta nueva normalidad debe resolver o cuando menos paliar un desastre mayor, que francamente pudo haberse dado ya desde hace mucho tiempo. No bajemos la guardia y aportemos propuestas para normalizar de forma nueva el mundo y nuestro país; Y en el caso mexicano, dejar de descalificar acciones de salud solo por aprovechar el momento de picarle los ojos al que no piensa como nosotros.