Esos temas acudieron a mi memoria escuchando a "los supersabios" del programa Tercer Grado de Televisa. No creo saber más que ninguno de ellos ni me comparo; la crítica modesta que les hago es mayor en cuento más me doy cuenta que saben, pero cuentan lo que les da le gana y como les da la gana y cuando les da la gana; hay entre ellos algunos de los que no cabe esperar más que lo que siempre han hecho como Leopoldo Gómez, que bien podría ser más recalcitrante conforme a su posicionamiento patronal de toda la vida; igual Joaquín López Dóriga, cuya obviedad furibunda posiblemente orilló a que lo sacaran; Adela Micha cuyos "accidentes políticos" frecuentes e inocultables la mandaron a jugar en otra división; Carlos Loret de Mola y Brozo que con sus respectivos montajes de los últimos dos sexenios le resultaron impresentables a la propia televisora. De los que siguen aún: las enormes decepciones de quienes siendo tan preparados resultaron tan arrastrados: Raymundo Riva Palacio, Leonardo Zuckermann y Sergio Sarmiento. Medio se salvan todavía Denise Maerker, René Delgado y Genaro Lozano, quienes con cierta diplomacia esquiva del compromiso y lealtad para quienes los escuchan, tratan de tener objetividad y al menos hacen la tarea.
Estas reflexiones vienen a cuento porque en la última emisión igualmente destinada para "analizar" o pegarle con lo que tengan al presidente, se permitieron y sentenciaron que los yerros de este último van a conducir a la desaparición de la sociedad civil -la organizada, corrigió Leopoldo- y pude percatarme que la única sociedad civil organizada que ellos reconocen son las Cámaras Empresariales y sus miembros; hay que decir que también se reconoció que esa sociedad civil había tenido un papel protagónico en los últimos tres o cuatro sexenios cuando menos, siendo sus opiniones decisivas a cada paso ¡¡nunca habíamos estado tan de acuerdo!! Tanto es así que eso a lo que llaman ellos sociedad civil rebasó a las instituciones públicas, al gobierno y por ello nuestro país se había convertido en un Estado sin gobierno y quienes se asumían como gobernantes sólo medraban y socavaban el erario público. No había un Estado de Derecho sino un país inmerso en la corrupción y aquí dirá Usted que la corrupción sigue galopando las praderas; es muy pronto para decir que no, pero los planteamientos de que las instituciones públicas sean retomadas de las riendas por gobernantes legítimos representan un gran paso para que esa saludable dicotomía de la que hablaba Norberto Bobbio sociedad civil-estado vuelva a estabilizarse "…una sociedad se vuelve más ingobernable en cuanto más aumentan las demandas de la sociedad civil y no aumenta paralelamente la capacidad de las instituciones para responder a ellas". Pero ya lo decíamos la sociedad civil no puede ser solamente las cúpulas empresariales aunque estas formen parte de ella pues en realidad significan solamente una minoría privilegiada para la que equivocadamente estaban consagrados los mejores esfuerzos y regulaciones más favorables de los anteriores gobiernos al grado de que nos las dejaron muy mal acostumbradas, pues si ahora el gobierno no hace lo que ellas opinan o mejor dicho deciden, no se trata de un buen gobierno sino de un adversario de la patria que provoca el caos y nos lleva al abismo.
El momento es propicio para esas intentonas de cambiar de caballo a mitad del río. La pandemia por la que atraviesa el planeta pondrá en serios aprietos a todos los gobiernos. Sin duda habrá crisis por no satisfacerse todas las demandas de "los organizados" y "desorganizados" pero a diferencia de lo que pueda suceder en otros países, no habrá una crisis de legitimidad porque lo queramos o no AMLO es el presidente más legitimo en más de un siglo, pues lo legitimó un voto de verdad. Que opinadores y gobernantes le bajen a los malos modos.