26/01/20 | 10:36 | Por:
Pedro Olvera Vázquez
Seguramente a la hora en que los arregladores del mundo asisten al café a las once de la mañana o más tarde puede resultarles sencillo criticar a los gobernantes y los resultados que según convenga (a los críticos) son malos o buenos, pero finalmente los evaluados siempre resultan materia para la horca social, metafóricamente al menos. Las conclusiones incluyen un "severo y desmenuzado análisis" que significa el estar revisando la lista de la lotería con el vendedor que pase y contra un bonche de cachitos recientes y antiguos que se habían ido quedando sin checar en los bolsillos de cada uno de los concurrentes a una o dos mesas pesarosas de recibirlos diaria, religiosamente; también atraviesa el sesudo debate por múltiples interrupciones, y divagaciones simpáticas hacia chismes sabrosos de la localidad y desde luego los negocios sobre una casa, un terreno, una mina que alguien "trae por encargo" conseguirle un cliente y hasta la invitación a buscar un tesoro. Cualquier tema puede faltar menos el "político" pues para eso se la pintan solos y cualquiera sabe de eso, cualquiera podría gobernar sin mayor problema, "gobernar es la cosa más fácil que hay", lo que recuerda a Carlos Miloc diciendo que él podía dirigir al América hasta por teléfono. Tal vez sea producto de épocas pasadas. Recientemente le escuché a un amigo con experiencia y seriedad que "gobernar se había vuelto muy complicado, difícil". Me puse a reflexionar y sin mayores complicaciones puedo enumerar algunas observaciones: Efectivamente muchas personas se reunían en los cafés para hablar mal del gobierno, cualquiera que fuese, pero con la certeza de que se trataba de una actividad sencilla: No había rendición de cuentas, no había transparencia, no había leyes que pudiesen castigar o cuando menos amagar a los funcionarios mal portados o mete mano, nada que pudiera trastocar el merecido "premio por llegar al poder" sin importar el ámbito al que se arribara; había una percepción (subsiste ahora en muchos políticos) de que todas las "ganancias", los productos, las biznagas que se puedan hacer desde la administración o gobierno municipal, estatal o federal. Son un legítimo patrimonio "del ganador". Otra más: cualquier inconformidad social podía ser fácilmente reprimida y no había ni particulares ni instituciones gubernamentales que dijeran ni algo parecido a Derechos Humanos o cualquier otra especie, total impunidad para la represión, ninguna dificultad para imponer gobernabilidad por vía de la violencia, ninguna dificultad para gobernar. Buscaba unos datos en la obra de historia de San Luis a partir de los Acuerdos de Cabildo en el Siglo XX y mientras más atrás más ejemplos de lo que le digo: está el hecho de que en 1915 prácticamente los Ayuntamientos desaparecieron en SLP pues olímpicamente se suprimió la partida de recursos para los municipios por parte del Gobierno Estatal dejando tambaleante al prestador de servicios públicos. Ya imaginará usted los efectos que esta medida autoritaria generó para la ciudadanía, provocando además que la corrupción se enseñoreará aún más. Hoy, pese a que la corrupción es la calamidad de la que derivan tantas otras como la inseguridad, y de que aquella está en donde quiera, hay más instrumentos gubernamentales y particulares atentos a las conductas públicas; independientemente del grado de seriedad, rigurosidad, organización u otra característica que quiera usted, ya no es sencillo evadir la observación; también hay nuevas disposiciones legales y lo que pudiera faltar que es la voluntad política, se tiene una gran esperanza con el cambio de régimen. Los tiempos han cambiado y ojala cambien más, pero por lo pronto me queda claro que efectivamente gobernar ya no es fácil. De hecho vemos como situaciones que no son inherentes en realidad a la autoridad son reclamadas rabiosamente por grupos o comunidades sin ningún fundamento. A eso agregue el comportamiento interesado y rapaz de grupos de presión, delincuencia organizada y desorganizada, policías corruptas, cultura....se requiere vocación y hasta sacrificio. O bien, que gobernar sea lo último que le interese.