Con el caso del pequeño francotirador de una escuela de Torreón, nos impactamos, nos entristecimos, tal vez nos indignamos y nos dimos a la tarea de buscar culpables y culpabilidades. Son reacciones inevitables, que se entienden en un primer momento. Pero que tienen una duración muy breve que solamente se reactiva cuando volvemos a escuchar y ver las notas de los diferentes medios que buscan sacarle jugo al tema de sensación masiva, a lo que más vende. Por ahí le machacan hasta por una semana y no vuelven a tocar el tema hasta que otro similar se verifica. Solo algunos medios profundizan en la investigación y esta termina cuando surge otro tema de interés. A pesar de ello en algunos sectores (mínimos lamentablemente) se da el repensar las cosas, los que no lo hacen sin embargo lo guardan en su inconsciente o en alguna parte subcutánea de sus entendidos, tan solo para ir convirtiéndola a la normalidad, a lo cotidiano; así gradualmente se produce una sensibilidad permisiva, tolerante y hasta inaudible a lo que sucede. Tan solo por algún concepto de lo que es o debe considerarse correcto, que se genera en la comunicación (otra vez la comunicación) grandes franjas de la sociedad que NO se diferencian por sus posibilidades económicas, asumen que esas conductas criminales "están mal" pero solo lo ven de bote pronto, sin que se proponga o se queje nadie por ello. Una suerte de esquizofrenia social; una separación de la realidad que de manera conveniente y entendible hasta cierto punto, nos mantiene alejados de tales problemas. Aunque por otro lado normalizamos en la percepción que éstos sucedan.
El tema del Colegio Cervantes no estará resuelto metiendo a la cárcel al abuelo, al padre y a toda la familia del niño ni quitándoles todo lo que tengan, mal habido o no. El tema de Torreón no es un asunto penal, ni un crimen de enriquecimiento indebido o lavado de dinero; se trata de encontrar y dimensionar en su justa medida cada una de las causas. El Gobierno, la Fiscalía de Coahuila y su área una forma inmediata de mostrarse fuertes ante el hecho, con el control de las cosas, con el gobierno de los acontecimientos, pero nuestros gobiernos no ven el modo de resolver el problema y como partes de esa esquizofrenia optan por proteger su imagen sumidos en la mediocridad de transitar cómodamente, olvidando (o ignorando) que todo habrá de revertirse como fenómeno social...la verdad está a su vista: nuestra violenta realidad supera las ficciones que desde luego también abonan a regularizar o normalizar la violencia.
La inseguridad nos afecta a todos y nos impacta de diferentes maneras: atemorizándonos, des racionalizándonos o simplemente...violentándonos. Ahora imagine que pasa en las mentes más nuevas, más endebles; las que adicionalmente sufren otras desatenciones y viven más cerca las realidades. Con ellos puede pasar cualquier cosa...lo hemos vuelto a ver y nada se hace. Y es que las causas y las aristas del problema son muchas, pues no solo hablo de la televisión y el cine; tampoco hablo únicamente de los video juegos, ni de los juguetes bélicos, son todo eso más las violencias: reales en la familia, entre novios, matrimonios, alumnos, compañeros, pandillas; actores políticos, maestros, delincuencia (organizada y no) traficantes, tratantes de blancas o esclavizadores. A cada paso encontramos violencia ¿Que esperamos que haya entre nuestro niños y jóvenes? ¿Hasta dónde debe intervenir el Estado? Urge una intervención plena y decidida capacitando a los maestros porque no le puedes pedir peras al olmo; no podrán preparar a nadie si no están preparados. Debe pactarse con rigor de buena política, la participación de los sindicatos todos, no sólo el oficial. Debemos incorporar a los padres y a los jóvenes en la prevención y usar incluso técnicas de relajación y convivencia. No es una utopía, se tendrán que pagar más horas clase, vale la pena.
Hay que exigirles, renovarlos gradualmente, saber corresponderles y también protegerlos. El asunto de Torreón como el del otro niño en Nuevo León es responsabilidad de todos pero nuestro líder conductor es el Gobierno. El tema es de patología social, inseguridad y Desgobierno.