Los cuatro aspirantes al cargo, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal, harán campaña durante poco más de dos meses para someterse a una “encuesta madre” y a otras cuatro denominadas “espejo”, que se espera reflejen la preferencia ciudadana en favor de uno de ellos, para que sea el candidato de Morena a la Presidencia, en las elecciones del 2024.
Las resoluciones son una “calca” de los acuerdos que dictó el presidente Andrés Manuel López Obrador durante una cena con los aspirantes, la dirigencia nacional de Morena y los gobernadores de la 4T.
En realidad no se trata de algo inédito, es un proceso que tiene parecido con los ejercicios internos para elegir candidatos durante las sucesiones de Miguel de la Madrid Hurtado (1987) y Ernesto Zedillo (1999).
En el caso de De la Madrid, se realizó una “pasarela”, en la que participaron 6 aspirantes, que dieron a conocer sus trayectorias, propuestas e ideas ante diversos sectores; sin embargo, al final, la decisión la tomó el presidente en turno, en favor de Carlos Salinas de Gortari.
En realidad fue el último “dedazo” exitoso, tras una larga tradición iniciada casi 60 años antes. Después, Salinas ejerció el “dedazo” en 1993, en favor de Luis Donaldo Colosio, pero podría decirse que la intentona “fracasó” con la muerte del candidato priista en 1994, dado que llegó uno emergente, Ernesto Zedillo, quien no era el favorito.
En 1999 Ernesto Zedillo ya no trató de continuar con la tradición del “dedazo” y optó por una elección interna, esa sí abierta y en las urnas, con la participación de 4 candidatos. Votaron 10 millones de mexicanos y ganó Francisco Labastida, con alrededor del 54 por ciento de los votos. Después, perdió la elección constitucional ante Vicente Fox.
Posteriormente el “dedazo” ya no se practicó y los intentos presidenciales de perfilar sucesores tampoco llegaron a buen fin. El panista Vicente Fox quería como candidato a Vicente Fox, pero le ganó Felipe Calderón. Éste quería a Roberto Gil o a Ernesto Cordero, pero les ganó Josefina Vázquez Mota, quien perdió ante el priista Enrique Peña Nieto. Al mexiquense se le complicó la segunda parte de su sexenio y sabedor de que perderían las elecciones optó por un candidato de trámite, José Antonio Meade, que perdió ante el morenista Andrés Manuel López Obrador.
El proceso interno abierto por Morena hasta ahora tiene parecido con ejercicios priistas del pasado, utilizados para disfrazar el “dedazo” o la “cargada” en favor de los favoritos de los presidentes en turno.
Por la forma, y por el hecho de que AMLO prácticamente escogió a las “corcholatas” que participarían en la interna desde hace más de un año, además dictó las reglas de la contienda y hasta les sugirió repartirse los “huesos” para mantenerse unidos, todo parece indicar que tratará de revivir el “dedazo”.
La pregunta que flota en el ambiente político es si AMLO logrará resucitar el “dedazo”, o si éste permanecerá “enterrado”, víctima de la “maldición" derivada del crimen de Luis Donaldo Colosio.
Para el país, para su partido y para él mismo lo mejor será dejar las cosas correr libremente; ya logró colocar a sus cuatro posibles sucesores, ir más allá podría provocar una ruptura en Morena y ahondar la polarización política en el país.
ENTURBIA UASLP RELACIONES CON GOBIERNO ESTATAL
Es bien sabido que las relaciones entre la UASLP y el gobierno estatal no están actualmente en sus mejores términos. Por ello es extraño que la institución educativa busque empeorarlas con desatinos como el ocurrido este lunes en la ceremonia de entrega de los Premios Estatales de Periodismo 2023.
En pleno evento, sin avisar ni a las autoridades estatales, ni a los representantes de los medios que formaron el Jurado, la oradora que habló a nombre de la UASLP, suponemos que con anuencia del rector, anunció que dejarían de participar en la organización del certamen, después de relatar las actividades que realizaba la institución, como si fueran una carga y como si no se tratara de un ente que recibe recursos públicos y tiene un compromiso social.
Por un lado es una descortesía recibir en el recinto a los titulares de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, a los ganadores de los Premios y sus familias, y ahí anunciar la salida de la UASLP del certamen.
Por el otro, si ni para eso sirve la UASLP, entonces de qué manera espera cumplir su compromiso con la sociedad potosina en temas de mayor relevancia.
Por otro lado, sin duda que este lance deja muy mal parada a la UASLP ante los representantes de los medios de comunicación.
El rector Alejandro Zermeño debe tener cuidado con la gente que la habla al oído, porque le van a estropear su gestión.
Si de cualquier forma la UASLP había decidido salirse de la organización del Premio de Periodismo, ¿por qué los titulares de las áreas responsables no se lo hicieron saber semanas o meses después a los representantes del gobierno, en una plática amistosa y civilizada, con tiempo suficiente para planear otro esquema de organización?
¿Por qué dar el “descontón” en el evento al gobernador, a los invitados y a los propios receptores de los Premios, y en presencia del rector, como testigo de “honor”?
DEBERÁ CUIDARSE EL PROCESO
La salida de la UASLP del certamen anual de periodismo deberá aprovecharse para replantear de fondo el mismo y evitar que caiga en manos de grupos de periodistas, como los hubo en el pasado, que se repartían entre sí los premios, incluso a partir de acuerdos económicos.
Fue por ello que hace algunos sexenios se decidió que la UASLP y otras instituciones de educación superior se encargaran de la organización, en tanto el gobierno solo aportaría los fondos.
Al “rajarse” la UASLP deberá buscarse un esquema en el que participe la sociedad, las instituciones de educación que tengan compromiso social para preservar el buen periodismo y la libertad de expresión, los colegios de profesionistas y, por supuesto, el gremio periodístico.
Es oportunidad de incidir y hacer cambios positivos en el certamen, además de estar muy atentos para evitar que los premios se conviertan en botín de guerra, en lugar de un reconocimiento al que muchos colegas aspiran.
Aguas con supuestas mesas de trabajo y propuestas sesgadas, en las que solo participen algunos.