Cuando frente a mi tuve al icónico pitcher de los Dodgers, momentáneamente me quedé sin habla porque conocer a mi súper ídolo estaba haciendo realidad uno de mis sueños de vida más anhelados.
Y es que crecí admirando a Fernando Valenzuela pese a que no me gusta el béisbol, pero es que la niñez y la adolescencia de quienes formamos parte de la Generación X la vivimos sentados frente al único televisor que había en los hogares mexicanos disfrutamos en familia de la magia de su lanzamiento de tirabuzón y de las enormes hazañas que gracias a él logró y con las que nuestro famoso “Toro” paralizaba al país moviendo emociones y hasta cautivando incrédulos.
Hoy que el de Etchohuaquila ha trascendido, nuestro país pierde a uno de sus ciudadanos más icónicos y ejemplares, además de que el deporte mundial se queda también sin una de sus figuras más destacadas, cuyas hazañas quedarán grabadas con letras de oro en los anales de la historia. Descanse en paz Don Fernando Valenzuela.