En pocas semanas, todo ha cambiado y se abren las posibilidades rumbo al 2024, con nuevos escenarios, entre ellos el de una eventual alternancia en el poder. Varios factores han contribuido para ello.
El principal es que realmente no había iniciado el partido; sólo el árbitro, dueño de un equipo y del balón había ventilado reglas y pretensiones. Una vez que la pelota empezó a rodar todo cambió.
En primer lugar, las “corcholatas” no han despertado pasiones entre la ciudadanía, por su discurso plano, alabanzas a AMLO y a la 4T y porque el carisma del líder no se hereda ni se transmite. Solo Marcelo Ebrard se ha salido del guión, realiza propuestas, acude a entrevistas a medios de comunicación y endurece el lenguaje, como el mensaje de que si le hacen una “chicanada” abandonará Morena.
En segundo lugar, inició el proceso interno en el Frente Amplio Opositor del PAN, PRI y PRD, que sin bien parece enredado, de entrada es más interesante y llama más la atención que el de la 4T. Permitirá algo de participación ciudadana, tendrá varias etapas y hará uso de la tecnología, atractivo para las nuevas generaciones.
En tercero, surgió la figura de la senadora Xóchitl Gálvez, detectada a través de Grupos de Enfoque realizados en 150 de las ciudades más importantes del país. Algo de lo que se enteró AMLO debido a las labores de inteligencia política de su equipo. Trató de frenarla con ataques, pero lo que hizo fue fortalecerla, porque la legisladora resultó hábil y dura para contestar ataques y para los dimes y diretes.
En cuarto lugar, atestiguamos el inexorable avance de los tiempos políticos sexenales, el poder del presidente se agota, los hilos ya no se manejan como antes, ni siquiera el control de sus “corcholatas”.
Quizá fue el factor que condujo a AMLO a adelantar los tiempos de la sucesión, para tener tiempo de ejercer el control. Sin embargo, a estas alturas será difícil que lo retome.
En el horizonte parece cada vez más probable una división al interior de la 4T, porque la guerra de las “corcholatas” cada vez es más ruda; paralelamente hay un crecimiento de la oposición, impulsado por el surgimiento de Gálvez.
También se advierte que la guerra viene con todo, pues al disminuir el poder presidencial por el avance de los tiempos sexenales, vendrá la tentación de usar todo el poder para enfrentar a los adversarios. El proceso electoral podría ser ríspido y hasta violento.
PASÓ EL “MOMENTO NARANJA”
Después de las elecciones federales y estatales del 2021 y en especial tras la victoria de Movimiento Ciudadano en Nuevo León, que se convirtió en el segundo (gran) estado bajo su égida, ese partido vivió un un “boom” de expectativas políticas, un “momento naranja”.
Sin embargo, a dos años de ese impulso se ha ido extinguiendo por las indefiniciones del dirigente nacional, fundador y único líder de MC, desde hace décadas, Dante Delgado, quien ha mostrado indefinición rumbo al 2024. Se ha automarginado de pláticas de la oposición y ¡hasta de las elecciones estatales! No postuló candidatos a las gubernaturas de Edomex y Coahuila realizadas hace meses.
Pero al cacique naranja se le alborotó el rebaño; el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, y el alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio, se manifestaron a favor de una posible alianza opositora (en el caso del último, pidió que “sin el PRI”, por razones obvias).
Y no son los únicos, en todos los niveles naranjas hay inconformidad. En el caso de SLP, desde las bases hasta personajes de alto perfil que han contribuido al crecimiento de la franquicia; incluso los recién llegados del PRI, PAN y otros partidos andan desalentados.
El único que no se inmuta es el coordinador estatal, el expanista Marco Gama, quien en diálogo con Exprés repitió la letanía de Dante; que no es momento, ya veremos, falta mucho tiempo…Mientras tanto, el tic tac del proceso político rumbo al 2024 sigue su curso.
