El ambientalista y académico de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), Fernando Díaz-Barriga, advirtió sobre la urgente necesidad de establecer un sistema de monitoreo permanente en la planta electrolítica de zinc ubicada al poniente de la capital potosina, operada por Grupo México, ahora que la Semarnat puso la lupa sobre este tipo de instalaciones.
“No basta la palabra de la empresa”, subrayó el experto, al exigir que se realicen análisis al menos dos veces por semana de metales como arsénico, cadmio, plomo y mercurio, y que se monitoreen de forma continua las concentraciones horarias de óxidos de azufre, más allá del promedio diario.
La preocupación surge tras la clausura de la empresa Zinc Nacional en Monterrey, aunque el investigador aclaró que los procesos industriales y materias primas de ambas plantas son distintos, por lo que no deben equipararse.
Díaz-Barriga destacó que, si bien en San Luis Potosí la materia prima proviene de yacimientos minerales como el de Charcas, y se utiliza un proceso electrolítico para separar el zinc, otros metales pesados como el cadmio, arsénico, plomo y mercurio podrían representar un riesgo para la salud si no se controlan adecuadamente.
El académico explicó que, por una mala planeación urbana, la planta ha quedado rodeada de zonas habitacionales, como Villa Magna, y existe incluso un plan de urbanización adicional por parte de la propia empresa, el cual no ha sido sometido a una evaluación de riesgos en salud.
MONITOREO NECESARIO
Díaz-Barriga insistió en que debe instalarse un programa formal de monitoreo en la planta, tanto de calidad del aire como de suelos, especialmente considerando que no existen actualmente mediciones regulares de emisiones atmosféricas.
Precisó que es muy importante monitorear al menos dos veces por semana los niveles de metales (As, Cd, Pb y Hg, además de otros que estuvieren presentes en el yacimiento de Charcas o de las minas que abastecen a la planta).
Además, monitorear las 24 horas, los niveles de óxidos de azufre, para buscar posibles fluctuaciones horarias.
Respecto al impacto en suelos, informó que estudios realizados por su grupo de trabajo en Villa Magna revelaron bajos niveles de metales, pero reconoció que otras zonas potencialmente afectadas aún no han sido evaluadas.
También hizo referencia a un pequeño cuerpo de aguas residuales dentro del predio de la planta, visible desde el exterior y con coloraciones diversas.
Aunque el agua es tóxica, descartó un riesgo de contaminación al acuífero debido a que se encuentra confinado por una capa de hierro que impide la filtración, además de que los mantos subterráneos están a gran profundidad.
Finalmente, consideró positivo que próximamente se revisará la Norma Mexicana de Contaminación por Metales en Suelo, y propuso que se avance en una norma específica para metales en aire, ya que actualmente solo existe una para el plomo.